domingo, 4 de enero de 2009

El cansancio de la espera





"Nuestra mayor debilidad reside en que tendemos a abandonar. La manera más segura de lograr los objetivos es intentarlo una vez más".
Tomás A. Edison

Tristeza: descomposición de vida, anulación de mi ser.


Llevo trabajando doce años de mi vida, yo pensaba que antes de cumplir los 30 tendría una cierta estabilidad en este aspecto, pero no ha sido así.

Y ya no sé que más puedo hacer.

Por circunstancias personales dejé de estudiar a los 19 años por lo que no pude terminar COU y posterior a eso me dio miedo reiniciar lo que no pude terminar, había pasado el tiempo y ya no me veía capaz.

Pero probé con pequeñas cosas: saqué el título de auxiliar de clínica, empecé a trabajar, me saqué el carnet de conducir, intenté estudiar hostelería pero no me aceptaron.

Todas estas pequeñas cosas que hice fueron para intentar reafirmar una seguridad en mi misma que ahora veo que no tuve nunca, no me encauzaron o no me encaucé... No porque no quisiera sino porque la situación pudo conmigo.

Si pensáis que era por motivos de no querer estudiar, no es así, fue lo contrario.

Hay personas que no dan ni clavo y que con un mínimo esfuerzo pueden aprobar o no, pero no les supone un disgusto, pasan sin más. Y otras que se esfuerzan y dedican mucho tiempo para intentar asimilar y retener lo que estudian es mi caso, sólo que estaba tan centrada en retener que no aprender.

No me podía permitir suspender, y si dejaba alguna asignatura no podía afrontarlo de una forma natural, estaba consumida.

Os hablo de cuando era adolescente, y el desenlace de todo esto fue un suceso de reacciones que deterioraron mi realidad, perdí las riendas de mi vida, mi salud y mi estado emocional. Lo pasé realmente mal y me vi sola. Acudí a un psicólogo poco a poco empecé a ver la luz, y es en ese momento cuando comencé a hacer esas pequeñas cosas para coger seguridad.

Había estado sumida en una depresión que duró unos siete años. Dios mio desde los once años de edad. Junto a un fracaso escolar, era una bomba de relojería a punto de estallar. Mi cuerpo y mente dijeron hasta aquí hemos llegado PARA y paré.

Me vi ahogada en las perspectivas de mis padres, en su confianza porque su hija llegaría a ser alguien en este mundo de leones, pero no llego...

Y ahora espero y estoy cansada. Cansada de trabajar porque lo que si es cierto, que todo lo que hago lo hago con esfuerzo y motivación, se que trabajo bien con conciencia de que todo sea a mejor. Me lo han dicho, en cualquier lugar donde haya estado, han estado contentos conmigo. En uno de los casos hasta decir que hubo un antes y un después de estar yo.

Cansada... Pero ¿por qué no me dan la oportunidad?.

Soy una nómada de empresas, no apuestan por mí y hay momentos que me derrumbo, ya no puedo más.

Siento como me invade la desesperación, cada vez que me toca marcharme de los trabajos, es empezar otra y otra y otra vez desde cero.

¿Cuándo podre descansar?...

La tristeza llega, lenta, suave, se mece triste en la mirada, en la sonrisa, y se instala cómodamente en el corazón.

La tristeza no es más que la distracción del alma, cuando vuelve ésta a despertar se da cuenta que la vida es corta para llorar.

2 comentarios:

Verónica dijo...

Hola Uruviel,
He llegado a tu blog de casualidad y he agradecido al fin leer historias reales y cotidianas, ya que no son muchos los blogs de este tipo.
No soy quien para decir nada, pero a pesar del tiempo y de los intentos, sigues ganando por no rendirte!!!

Saludos,
V

Nohemí dijo...

Hola Verónica, agradezco tu comentario, para mí este blog es otro pasito hacia delante y personas como tú hacen que me sienta mejor, para no derrumbarme y seguir venciendo a los fantasmas de la vida.

Un saludo y gracias por estar ahí.