Siempre hay un tiempo para todo, hay etapas de la vida, llenas de momentos serios y otros menos serios.
Esos estupendos episodios lúdicos que uno hace por diversión y entretenimiento sin ningún fin en particular, nada más que pasar un bonito tiempo que reservamos para nosotros y que es nuestro. Un tiempo para respirar de los agobios, es decir un paréntesis.
Todavía recuerdo uno de esos episodios de mi vida, compartida con la amiga que tengo incondicional desde que era chiquitina y que hoy día sigue ahí.
Fiesta de pijama, generalmente nos gustaba hacerlas en verano, tal vez porque es más grato pasearse en camisón por nuestro castillo privado que era su habitación o bien la mía.
Eran veladas divertidas, en las cuales cenábamos lo que nos apetecía, comíamos chuches, hacíamos postres: crepes de nutela ¡qué delicia!, y luego veíamos una peli o no.
No teníamos nada pensado, surgían las cosas según pasaba la velada, en muchas ocasiones acabábamos en la habitación bailando hits de verano, nos encantaba bailar la lambada y músicas así alegres y divertidas.
Nos reíamos y terminábamos en la cama hablando hasta las tantas: de chicos, moda, de todo en general y nada en particular. Hasta que una de las dos acababa agotada y se quedaba k.o.
Fue una época muy divertida y a la que tengo especial cariño.
Ahora es un poco más difícil hacer algo así ambas estamos casadas y ella espera familia.
En este momento ya no hacemos planes de esos, ahora compartimos muchos momentos junto a nuestras respectivas parejas, vamos todos al cine, a cenar o tomar un café y estar de charleta o bien quedamos ella y yo o el resto de mis amigas.
¡Qué mágicos momentos! que disfrutábamos en esos instantes.
Ahora es otra etapa de nuestra vida, hay responsabilidades que no se pueden eludir y todo aquello quedará guardado en un rinconcito de nuestros corazones.
Espero que algún día sean nuestros hijos quien tomen el relevo y se diviertan de una manera sana, tanto como lo hicimos nosotras.
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