Desde que el mundo es mundo, siempre se ha conocido dos sexos: hombre y mujer.
Desde un comienzo y hasta ahora siempre han sido los pantalones quien dirigen todo: el gobierno, las guerras, la iglesia, el trabajo...
Y las mujeres hemos permanecido en segundo plano, pero podemos reflexionar durante unos segundos y ver que hoy día nuestra posición ha mejorado algo, aunque sigo opinando que el hombre dirigirá todo en esta vida.
Nos dicen que somos el sexo débil. No comprendo este término, supongo que se dice por el hecho de que somos más sentidas, físicamente tenemos menos fuerza, etc...
Como he comentado en muchas ocasiones: de todo hay en la viña del señor.
Pero generalizando, somos así por definición.
Y ahora digo yo: ¡ y un jamón!.
Si esta vida estuviera sólo plagada de hombres, ¡madre mía! que nos cojan confesados porque ardería Troya y no es que piense que son un horror, pero la mayoría son tan fríos y duros como una piedra.
Nosotras somos intuitivas, muchas nos guiamos por las emociones y el corazón y vencemos por el amor, aunque seamos a veces contradictorias. Buscamos la perfección y disculpamos muchas veces los errores de quienes amamos.
Nadie es perfecto ni nosotras ni ellos.
Pero una cosa que si poseemos y es algo sumamente mágico es el Don de dar y crear vida, eso sí con la inestimable ayuda de ellos y por la que estaremos sumamente agradecidas. El poder sentir vida dentro de nosotras.
Hubo una época no muy lejana, un tiempo de guerra, en el que los hombres partieron a los campos de batalla y sólo quedaron ancianos, niños y mujeres; las protagonistas de este post, esas amas de casa, no reconocidas por ellos.
Fue el comienzo de una nueva etapa para ellas, es aquí cuando ocupan los puestos de trabajo de los varones y asumir responsabilidades que únicamente tenían por derecho propio los hombres.
Esta generación fue el comienzo de un nuevo mundo para las mujeres, un mundo sin hombres que duró lo que la guerra y posterior se dice que surgió el movimiento feminista, mujeres que reivindicaron un reconocimiento, un puesto y una valoración, en la cual seguramente habría muchas victimas, sacrificios y gracias a ellas, hoy podemos sentirnos orgullosas de lo que consiguieron.
¡Por ellas!, no debemos olvidar y debemos seguir luchando por lo que es justo.
Y Dios decidió crear a la mujer.
Tomo la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de la enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, la esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del ciervo, la alegría del sol y las gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento y la fidelidad del perro, la timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma de un cisne y la dureza del diamante, la dulzura de la paloma y la crueldad del tigre, el ardor del fuego y la frialdad de la nieve.
Mezclo tan desiguales ingredientes, formó a la mujer y se la dio al hombre.
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