viernes, 16 de enero de 2009

Viernes, viernes, viernes




¡Menudo día! me he levantado rabiosa, no con un pie izquierdo más bien los dos. Sé que se avecina esos días en los que las mujeres estamos un poco más sensibles e irascibles. No hace falta que nadie me lo diga. Yo soy la primera que se da cuenta y no me aguanto ni yo. ¡Qué horror!.

Llevo dos noches sin pegar casi ni ojo y cuando ha sonado a las 7 el despertador, me he dicho: no puedo. Pero claro todo sea por el amor, así que lo he hecho por él.

Os explico, tenía que recoger el coche al taller donde lo ha tenido durante 3 semanas y luego marcharse para trabajar. Así que hemos arrancado el día juntos, le he llevado y después hemos desayunado.

En mi cafetería favorita, pero eso sí: como siempre la hora que sea, da igual está a reventar, hemos conseguido sentarnos y como de costumbre, hay personas que por donde pasan, es como si hubiera pasado un tornado; me ha tirado el abrigo y la bufanda. Y no sé o sí el porque de como me he encendido. Refunfuñando, cabreada y para colmo con una migraña de tres pares de...

Sigo pensando: ¡hoy no es mi día!.

Estoy cabreada con todo y por todo. Él me dice que me relaje, me ve más amargada.

¡AMARGADA! que miedo me da esa palabra, suena: ... y acabó sola y amargada, le comieron los leones. Bueno yo creo que los leones saldrían despavoridos.

Creo que todo esto, es consecuencia de ver el comportamiento de muchas personas y es que trabajando de cara al público, ves la parte más vil de la humanidad, no quiero ser negativa, hay de todo, pero siempre uno no sé por qué se acuerda de las malas contestaciones, la verdad probablemente peque de ingenua. Yo no tengo la culpa de la mala leche de nadie. Pensaba que la vida era un poquito más rosa.

¡Hay de mí! el caso es que me da miedo agriarme y perder la ilusión por lo que me rodea y es por eso que estos días me dejan apocada.

Él se marcha. ¡Jo me gustaría que se quedara!...

Me voy a casa de mis padres, de allí nos vamos a hacer unos recadillos, nos pasamos por casa de mi abuela, la pobre ha cogido otro trancazo y está en la cama. Mientras le recogemos la casa y luego al mercadillo del pueblo, no hay nada que rascar y nos tomamos un trago y un pincho en un bar.

Esta puñetera migraña que no se va...

Y en el portalón, un trío de rumanos o no sé de donde, tocando la guitarra, el violín y el cascabel.

¿Cascabel? no sé, vete a saber...

Le echo una moneda y les sonrío. Dos pasitos, chachachá.

Y me acerco a una compañera con la que trabajé. Tenía un hijo y después tubo mellizos, me extraño porque veo un cochecito y le pregunto:

¿Dónde está el otro chiquitín?.

Me responde con los ojos cristalinos: ha muerto, a los 6 meses.

¡Dios! que se dice en estos casos, lo siento.

¡Hoy no es mi día!

Como con mi madre. Regreso a casa y comienzo mi post, no sé que saldrá, ya me queda menos para ir a trabajar, miedo me da con el día que llevo.

No sé como acabará, sólo pienso en llegar a casa y ponerme el pijama quedarme acurrucada junto a él, hasta quedarnos dormidos.

Mañana será otro día.

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