jueves, 17 de septiembre de 2009

Desde el Moncayo




Aquí, aislados del ruido y de toda polución, mientras se va haciendo la comida, vuelvo a encontrar fuerzas para retomar mi realidad, una realidad que poco a poco irá haciéndose evidente.

Pero esta parada en el tiempo y lugar, un aquí y ahora, me tienen que servir para pensar y asumir cada paso que vamos a dar en nuestro futuro.

Puedo deciros que por fin se obró el milagro y que tanto mi pareja como yo, estamos ilusionados y emocionados porque donde caben dos caben tres y así será a partir de 7 meses y algo si todo sale bien.

Algo asustados ya que a partir de unos días, tendremos que organizarnos un poco, planificar con perspectiva para no sentir grandes agobios.

Yo de momento, tengo suficiente con mi cuerpo, por todas las sensaciones que estoy experimentando, cada amanecer es nuevo, intento encontrar el valor para no venirme abajo porque de pronto me siento feliz como una perdiz, como me da por llorar, y si bien antes me chupaba los dedos pensando en el chocolate, en los dulces en general, ahora mismo no los puedo soportar, me apetecen más las cosas saladas; un buen puré de calabaza o de verduras y las patatas en todos sus estados: asadas, cocidas, fritas, en tortilla...

En fin todo un universo.

Sólo espero que todo salga bien, y ¿ por qué no?, menos mal que tengo a mi pareja, que me ayuda todos los días a no decaer en la decadencia de mis pensamientos.

A todas las personas que se alegran por nosotros, os agradezco de corazón porque el sentir que vivís en parte por mis alegrías me da felicidad.

La vida se abre camino dentro de mí, es un subidón ya que todas estas dudas de que algo fallaba, se han volatilizado en el momento en que vi las pruebas.

Una larga y dulce espera, de asumir lo mal que pueda pasarlo, de todos los cambios, una etapa que se describe como mágica, hasta el día que nuestro fruto madure y venga a darnos su compañía y llene nuestra vida de música.

Desde el Moncayo aquí y ahora, disfrutando de nosotros, un saludo.

Todo puede ser.