El otro día leí en el periódico, una noticia que no me dejó indiferente. Una televisión británica emite un documental que recoge el suicidio asistido de un enfermo terminal en una clínica suiza.
Este hombre, Graig Evert, estaba paralítico por una enfermedad neuronal motora degenerativa.
La viuda de Everet explicó que el objetivo del documental es mostrar el conjunto del proceso de suicidio asistido y ayudar a personas en situación similar a la de su marido a encarar sus temores.
Sobre la eutanasia hay opiniones a favor y en contra.
También se escribió sobre el caso de un adolescente de 23 años, que jugaba como internacional en equipos juveniles de Inglaterra y quedó paralizado del pecho para abajo, como consecuencia de un accidente en un partido. Sus padres aún estando en contra de este proceso, acabaron ayudando a su hijo porque este había intentado quitarse la vida en cuatro ocasiones.
Es triste la situación, yo no se si estaría a favor o en contra. Sobre esto no puedo pronunciarme.
Lo que no puedo entender, es que se televise algo tan importante como es la muerte real de una persona, si el objetivo de este documental sea un intento cínico de aumentar la audiencia. Espero que no sea el caso.
Pero lo que si puedo, es ponerme en la situación de ambas partes. Tiene que ser duro tanto para el enfermo como para la familia.
Para el enfermo, si fuera yo: no sé si tendría el coraje suficiente para quitarme la vida por decisión propia. Tiene que ser muy duro estar postrado, sin poder disfrutar de todo y todos los que te rodean; creo que también es la actitud y el ánimo que tengas ante la vida. Sigo pensando , que hasta que no estás en dicha situación, no puedes llegar a saber lo que pasa por tu cabeza.
La imagen que encabezaba el articulo, dice mucho. La expresión de los ojos de Evert, tiene tanta tristeza en ellos, que se palpa el sufrimiento.
Y para la familia, siendo yo: sería doloroso, porque ves su sufrimiento y a la vez sería una lucha mental horrible. Por un lado, pienso que si se fuera de esta vida, descansaría tranquilo, ya no sufriría y en cierto modo, los que le rodeamos tampoco, pero por otro lado, seguiría siendo duro porque esa persona ya no formaría parte de nuestra vida, estaría ahí si, pero en nuestros pensamientos y corazón.
En cualquier caso el resultado sería el mismo; de sufrimiento.
Afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar. (Pedro Calderón de la Barca)
En cada amanecer hay un vivo poema de esperanza, y, al acostarnos, pensemos que amanecerá. (Noel Clarasó)
La esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido, sin importar el resultado final. (Vaclay Havel)
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