¿Nunca habéis tenido uno de esos días, en que añoráis lo que más queréis, aunque lo tengáis al alcance?. A mi me suele pasar, la sensación que tengo es tan triste, que no puedo explicar porque me sucede esto.
Estoy a una altura de la vida que no me falta de nada, poco a poco las cosas van saliendo hacia delante y siempre rezo para que no falte la salud ni a mí, ni de los que más quiero.
Las cosas materiales suelen tener su peso en esta vida, pero como la palabra dice; sólo en lo material.
Y lo espiritual es lo más valioso. Porque realmente cuando alguien se va, te acuerdas de como fue, lo que te aportó y lo que significó en tu vida. Muchas veces recuerdo a mi abuelo, que nos dejó hará tres años, por causa del alzheimer. Pero no quiero ponerme triste; sólo quiero recuperar una sola fracción de segundo, para ver la persona que fue, un maravilloso ser que respiraba bondad por cada uno de sus poros. Un paréntesis en el tiempo para darle el mayor abrazo y el más grande y dulce de mis besos.
Ahora cuando soy consciente de esta tristeza que me suele embargar, y aunque nos cueste reconocer que a veces nos solemos sentir raros por querer abrazar y besar con fuerza a nuestros padres, hijos, tíos, abuelos, amigos, parejas. Y pararnos, absorbiendo y grabando esta imagen.
Dí siempre lo que sientes, cuanto quieres a los que te rodean, porque puede ser que hoy sea la última vez que lo hagas.
La historia cuenta que hace algún tiempo un hombre castigó a su hijita de 5 años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envolver regalos.
Estaban apurados de dinero y se molestó mucho cuando la niña pegó todo el papel dorado en una cajita que puso debajo del árbol de Navidad.
Sin embargo, la mañana de Navidad, la niña le trajo la cajita envuelta con el papel dorado a su papá: "Esto es para ti papá".
El papá se sintió avergonzado por haberse molestado tanto la noche anterior, pero su molestia resurgió de nuevo cuando comprobó que la caja estaba vacía y le dijo en tono molesto: "¿Qué no sabes señorita que cuando uno da un regalo debe haber algo dentro del paquete?. "La niña le miró con lágrimas en sus ojitos y le dijo:
"Pero papá no está vacío. Le puse besitos hasta que se llenó". El papá estaba conmovido, cayó de rodillas, abrazó a su hijita y pidió que le perdonara su desconsiderado coraje.
Un tiempo después, un accidente tomó la vida de la niña, se dice que el papá conservó la cajita dorada junto a su cama por el resto de su vida.
Cuando se sentía sólo y desanimado, metía su mano en la cajita dorada y sacaba un besito imaginario de ella.
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