Hoy escribo para nuestros mayores, para aquellos ancianos que están destronados de esta vida y la mayoría marginados a vivir en la ignorancia.
Ellos una vez fueron niños y alguna vez sonrieron a la vida, vieron crecer sus ilusiones hasta convertirse en jóvenes con un proyecto de vida, un fin; muchos se casaron y formaron su familia, vieron crecer su fruto a base de esfuerzo. Seguro que hubo momentos de alegría, momentos duros, lo dieron todo por los suyos y hoy muchos permanecen postrados a la sombra del presente, dejándose ir porque han perdido cualquier contacto con el mundo. Nosotros somos el vínculo que les une a la vida, en formar parte de esta sociedad moderna.
Ya no les queda tiempo, ni esperanza por un futuro porque lo único que tienen es el presente, los momentos que les demos: las alegrías, el compartir nuestra vida para que se sientan que aún están con nosotros, que aún están vivos; porque ellos se sienten jóvenes de espíritu, aunque su envoltura esté deteriorada y su salud no les acompañe.
Mi abuela tiene 90 años y tiene la suerte de regir bien, es una mujer de carácter, siempre ha sido y será presumida hasta el día que nos abandone; es el tipo de mujer que tiene charm es decir elegancia natural y es ante todo una bella persona.
Recuerdo que cuando estábamos de vacaciones, me encantaba estar con mis abuelos, todas las noches se juntaban con una cuadrilla de diferentes sitios y nos íbamos de terrazas por aquel entonces tocaban en directo. Y allí les observaba, respiraba la atmósfera que creaban en su entorno, eran animadores natos de todo el lugar, se veía la ilusión reflejada en sus ya cansados ojos, eran jóvenes del pasado. Era mágico ver la danza de sus cuerpos marchitos y sobre todo su cortejo de amor; como amaba mi abuelo que en paz descanse a esa terca mujer que tantas veces le volvía loco; la adoraba. Aquellos días quedaron en el olvido, muchos fallecieron. Ya nada será lo que fue.
A veces veo la mirada perdida de mi abuela y pienso donde estará: en su juventud, en aquellas noches de risas, con sus hermanos ya fallecidos o recordando los paseos con mi abuelo agarrándole del brazo y sintiendo su cálida mirada. No lo sé, lo dicen todo sin decir nada.
Hoy en día está en silla de ruedas, casi no puede mantenerse en pie, siempre intentamos animarla; muchas veces nos acompaña cuando el tiempo lo permite y ella quiere, en nuestros largos paseos. En verano refrescos y patatas, en invierno leche, churros y castañas. Así se siente mejor, es feliz, conversamos y da buenos consejos. Me cuenta sus historias de juventud, es muy coqueta pero eso ya os lo había dicho.
Estamos equivocados si pensamos que no pueden aportarnos nada, son personas con sabiduría, entrañables, agradecidas por prestarles tu compañía, sienten que son un estorbo, que no valen para nada y no es así.
Recordar que algún día no muy lejano, nosotros seremos ellos. "Trata a los demás como quieres que te traten".
LOS ANCIANOS
Estaba aquella anciana acurrucada
al lado de la chimenea.
En su silla de siempre,
con los ojos perdidos en la nada.
Su marido dirige la mirada
hacia ella. Piensa en la panacea
que quisiera encontrar; porque la vea
tan bella como fue recién casada.
Su mano, con cariño, la entrelaza
con los dedos huesudos de su amada
y con voz semejante a la melaza
la dice que no hubiera sido nada
sin ella. Se levanta y va y la abraza
con la cara de lágrimas bañada.
4 comentarios:
es muy interesante el blog
http://cinemun.blogspot.com/
Se agradece saber que hay alguien que le guste lo que cuento, me ha hecho ilusión el haberte tenido unos días pendiente. Gracias por comentar saludos.
Hola, Uruviel. A mi también me has emocionado con "Ancianos". Hasta me has hecho soltar unas lagrimitas...Son tan pocas las personas que se dan cuenta que nuestros mayores son también personas, que una vez fueron jóvenes, como nosotros y que nos necesitan para sentirse vivos,y sentir que no son un estorbo. Desgraciadamente, son muchos los que así se sienten por el egoísmo de sus hijos, que no se ponen a pensar que algún día esos ancianos serán ellos...Sigue siendo así, tienes un corazón enorme, Uruviel.
gracias por tu comentario, me ha hecho especial ilusión; es bueno ver que algunos llegan a tener una especial sensibilidad por los que más lo necesitan y es triste que otros no se molesten. Algún día para todos se dará vuelta la tortilla. Aprovecho para felicitaros estos días a la familia y disfrutar de estos momentos junto a vuestro pequeño retoño. Muchos besitos y saludos. ¡Feliz Navidad!
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