Siempre nos quedará París

Hay lugares paradisíacos, de costa, la mayoría optan por playas de arena blanca donde las aguas son cristalinas y los días son cálidos, sus noches llenas de reflejos invitan a enamorarte hasta en el momento más crítico de una relación y es que son lugares donde las historias más rosas o rojas, ya sabéis por donde voy..., puedan suceder. En fin un mar de posibilidades por los que soñar.

Pero siendo sincera, aún siendo tentador, yo no soy una de estas personas, a mí siempre me ha encantado todo lo relacionado a la urbe, hasta que empecé a salir con él nunca supe que era salir de unos pocos kilómetros de casa y menos fuera de España, siempre hay una primera vez para todo.

Mi carácter es de ser miedosa en muchos sentidos, pero gracias a su apoyo y a su paciencia estoy consiguiendo cosas que nunca podría imaginar.

Cosas cotidianas para muchos, en mi vida un pequeño mundo; ¡qué le voy a hacer soy así de tremendista!.

Con 22 añitos hice mi primer viaje al extranjero,destino París, él propuso y así lo hicimos en plan hotel con régimen de habitación y desayuno y el resto en plan mochilero.

Fue un viaje muy largo 14 horas de autobús y desde ese momento comenzó nuestra romántica aventura.

¡Soy un poquito rosa!, ya me iréis conociendo.

¡Qué felicidad! por fin juntos para descubrir esta bella y maravillosa ciudad.

No recuerdo cuantas rutas hicimos, pero ¡estábamos en París!, callejeando horas y horas viendo su arte, cultura y naturaleza hacen de este sitio un lugar único, con muy acusada personalidad.

Sus Iglesias, la Torre Eiffel, los campos Elíseos y el Arco de I'Etoile, el Louvre, el Barrio Latino,la Catedral de Notre Dame, Moulin Rouge, no puedo recordar cuántos recovecos más descubrimos.

Mis momentos son entrañables: uno de ellos es cuando nos perdimos por Montmartre llena de pintores que te atrapaban y en menos de 10 minutos te hacían un retrato; a él lo cogió un pintor y a mí otro, cada uno por un lado yo estaba un poco asustada, pero mereció la pena, tenemos la prueba en la cabecera de nuestra cama y cuando la observo nos veo a los dos en muchos de sus rincones disfrutando de nuestra historia.

Otro momento fue en la plaza de la Catedral de Notre Dame, en el llamado punto cero, encontraréis un curioso medallón parecido a una rosa de los vientos.

Teóricamente, cuando anuncian una distancia hacia París en cualquier sitio de Francia, se refiere a este punto preciso de la capital.

Cuentan los guías que si te besas con tu pareja exactamente en dicho punto volveras a París, así lo hicimos, espero volver algún día.

Nuestro primer crêpe parisino jejeje...

Primer cappuccino, nos costó la timada de unos camareros que olían a distancia a los turistas panolis como nosotros. Pero disfrutamos de todo ello y de nuestra última noche en el Barrio Latino, lleno de establecimientos y restaurantes de muchos rincones del mundo.

Paramos en un restaurante con temática de Andalucía ¡ole, ole!, en fin el camarero era muy simpático y en esa ocasión devoramos como si no hubiéramos comido en una semana y por ser nosotros nos dieron agua en una jarra del grifo porque debía de ser una de las cosas que más te clavaban, jejeje...

Muchos recuerdos, si. ¡Siempre nos quedará París!, para mí todo un descubrimiento, la ciudad del amor, ¡amour!.

No os arrepentiréis, si conocéis lugares tan encantadores, decírmelo.

Porque no me perdería vivir otra aventura, bien acompañada.