Las tormentas son uno de los fenómenos atmosféricos más espectaculares, y a veces pueden llegar a ser muy virulentas.
Estos fenómenos se producen por nubes que se desarrollan cuando la atmósfera está inestable. Se entiende por esta cuando el aire es más frío de lo habitual en la parte más alta de la troposfera, lo que suele ocurrir cuando pasa un frente frío o bien en situaciones de bajas presiones.
Uno de los hechos más característicos de las tormentas es el acompañamiento a las mismas de fenómenos eléctricos: rayos, relámpagos y truenos.
Y con este temporal el mejor remedio es quedarte en casita porque como muchos dirían: "es día de siesta, pijama y orinal".
Particularmente me impresionan y dejan una sensación intrigante, es que me gustan a la par que me asustan.
Hoy es un día de esos, en los que la tormenta evoca viejos recuerdos, de tardes y noches sin electricidad.
Nos solíamos juntar todos en un punto de la casa, arropados con las tímidas luces de las velas, eran momentos en los que realmente te sentías en familia, contando historias, acurrucados con una manta en el sofá, de vez en cuando nos dábamos sustos unos a otros; me gusta acordarme de estos momentos. Ahora pocas veces hay apagones y los truenos y rayos se atisban en la lejanía.
Una de las cosas que me cautiva es sentir y ver.
En la casita situada a los pies del Moncayo, solíamos tener verdaderas y terroríficas tormentas en las que las paredes te hablaban, ruidos de humedad, noches de tormentas en la que sacudían y vibraba toda la casa, se llenaba de su eco.
Me encantan esas noches en las que su melodía acuna mis sueños y por las que me doy cuenta de que agustito se está acurrucada en la cama, no lo puedo remediar a mí las tormentas me fascinan.
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