¿ A quién no le gusta soñar ?, ¿ comerse una rica tarta de frambuesas ?, o ¿ una casita de mazapán ?, dar tres golpes de talón con tus zapatos rojos y acabar en Oz. Adentrarse en una historia interminable.
Todos hemos sido niños y muchos recordamos aquellos mágicos cuentos, donde una imaginación infantil volaba al País de Nunca Jamás.
Todos seguimos siendo niños, atrapados en cuerpos adultos y siempre deseamos esa inocencia con la que un día vinimos a esta vida.
Hoy quiero ser cuenta cuentos y narrar una pequeña historia de tan sólo un minuto y te la quiero contar a ti.
Si me lees o me escuchas, no sé si sabrás quién soy, pero yo si quién eres o sois. Os dedico este pequeño dulce en forma de relato, para que poco a poco tus papás te ayuden a crear ese maravilloso mundo en tu mente.
Va dedicado a vosotros: Andoni, Ibai y a los futuros Unax y la pequeña Lucia o Paula.
A todos esos pequeñines maravillosos que iluminan el faro de esperanza que hay dentro de mí y de vuestros papás o futuros papis; un beso muy gordo.
SOBRE CÓMO APARECIERON EN EL MUNDO LAS BELLAS HISTORIAS
Había una vez dos hermanos que tenían todo lo que un niño pueda desear. Sin embargo, ninguno de ellos era feliz y sus padres no sabían a que podía deberse. Un día su madre decidió salir en busca de alguien que pudiera ayudarlos. Fue a pedir consejo a los más prestigiosos eruditos, pero ninguno supo qué aconsejarle. Entonces pasó casualmente por el escaparate de una tienda y se puso a mirar distraídamente lo que veía en él. En un rincón yacía un pequeño libro, lleno de polvo y humildemente encuadernado que, sin embargo, ejercía sobre ella una fuerte atracción, casi mágica por lo que decidió comprarlo. Cuando por la noche, sentada al borde de la cama de sus hijos, abrió el libro, ocurrió algo asombroso:
Una breve historia se cayó del libro. Al principio la historia estaba un poco mareada, pues su aterrizaje en el suelo no había sido precisamente suave. Pero pronto recuperó sus fuerzas y su alegría y se puso a saltar y a brincar por toda la habitación. Una vez hubo terminado de desfogarse a sus anchas, la habitación ya no parecía la misma. Los niños se quedaron asombrados, pues nunca habían visto algo semejante. Su madre no estaba, desde luego, menos sorprendida que ellos, pero se sentía muy dichosa: nunca había visto a sus hijos tan contentos.
Cada noche a partir de aquella abría el libro sentada al borde de la cama de sus hijos, y también cada noche saltaba del libro una nueva historia, que mostraba a los niños sus habilidades y encantos antes de marcharse volando por la ventana.
Nunca dejéis, de inventar e imaginar cuentos disparatados, o esos entrañables clásicos que siempre despertarán el niño que lleváis dentro, para contagiar la sonrisa a vuestros maravillosos pequeñines. Ser felices y hasta la vista.
2 comentarios:
Que cuento tan bonito!!! Por la parte que a Ibai le toca, gracias.
Por la parte que me toca de nada, ha sido toda una sorpresa tu comentario. Eso sí el próximo cuento que le cuente a Ibaitxo espero que sea tan creativo como los de su aitatxo Iban. jeje un besote
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