¡ Feliz año nuevo !, a todos y a nadie en particular.
Gracias a aquellos que sin querer o queriendo, entran en mi pequeño rincón y dedican unos minutos de su preciado tiempo para desempolvar lo que plasmo, para mí o para quien lo lee.
Ha sido un año duro, pero también ha tenido sus compensaciones. Resumiendo en pocas palabras he sido madre y aunque no dudo de lo duro que es, me siento feliz, ya que uno de mis miedos era no dejar una parte de mí en este mundo, una huella en el camino; algo tan bonito como es dar vida.
Otro pequeño logro es que cada vez me manejo mejor en estos lares.
Intento ver lo positivo de los momentos crudos, lanzo salvavidas mentales a mis frustraciones y cuando me siento un poco desmotivada no tengo más que mirar al pequeño bultito que ambienta el silencio de mi salón, llenándolo de estruendosos gorgoritos.
Es por esto, que hoy le dedico un cuento a la princesa de mi corazón.
Cuento de El Árbol Mágico
Hace mucho mucho tiempo, una niña paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás.
La niña trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra, tan-ta-ta-chán, supercalifragilisticoespialidoso y muchas otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: “¡¡por favor, arbolito!!”, y entonces, se abrió una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: “sigue haciendo magia”. Entonces la niña dijo “¡¡Gracias, arbolito!!”, y se encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate.
La niña pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por eso se dice siempre que “por favor” y “gracias”, son las palabras mágicas
En la primera Navidad a mi pequeña Aysha, la dulce prinzeza que da vida a nuestros corazones y hace sacar el espíritu joven de sus abuelos.
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