martes, 27 de octubre de 2009

Volver a ser hija



SER HIJA POR UN RATITO. Mamá, que frío. Ella me responde: me encantaría abrigarte otra vez.

Se me quedó en la memoria y me dí cuenta de que cuando nos hacemos adultos
a veces nos olvidamos de ser hijos de nuestros padres. Ser sólo hijo es
increíble. Protegidos, abrazados, respaldados porque sí, sin pedir nada a
cambio.

Quiero que mi mamá me haga una sopita de verduras, me tape con un abrazo
y me haga mimos hasta que me quede dormida. Después vuelvo a casa y a
todo lo demás.



Hacía tanto tiempo que no me sentía mimada y rodeada de tantas atenciones, y es que parece ser que esto de estar embarazada te hace sentir otra vez; como aquella niña pequeña a la que se le dan todos los caprichos que salen de una.

Hoy me siento hija porque he vuelto a mi hogar paterno, aquel del que me desvinculé diariamente, para comenzar mi vida junto a mi pareja.

Todo ha sido por una de esas pruebas que hacen, para saber, si la cosita que viene, no está mal y es que por problemas de la seguridad social, la cual no se hace cargo de ciertos gastos, he optado por hacer este pequeño examen, para descartar ese porcentaje que me hace sentir un poco intranquila.

Así que cogí todos mis bártulos y ahora estoy con mis padres.

Y me siento bien aquí, aunque físicamente me encuentro agotada, revuelta y nauseabunda. Estoy acompañada y no me siento tan sola como en mi casa, ya que mi marido está todo el día trabajando. Y yo sin más compañía que la bolita peluda de mi gato, el cual se huele que algo está pasando; lo único que siento es no poder mimarle todo lo que habitualmente lo hacía, y que por cuestiones de mi estado, no puede ser, así que, estamos los dos como alma en pena.

Al margen de lo mal que me siento, en cuanto he visto la ecografía junto a la futura abuela, no hemos podido frenar la emoción e ilusión del pequeño ser que crece dentro de mí y ya no ha podido ser más: en el momento en que ha sonado su fuerte y pequeño corazoncito, en ese instante, he sentido la consciencia de que ahí está el futuro.

He llorado como una niña pequeña y me he sentido feliz.

De momento todos los valores de mi chiquitín o chiquitina están en los parámetros normales; sólo me queda saber, si mi sangre es compatible a esos valores y conocer el porcentaje de riesgo, para que salga mal.

Sólo nos queda esperar.